“El apetito” es un relato a medio hacer. Probablemente se transforme quién sabe en qué:
Tenías buen apetito y follabas sin remilgos con cualquiera menos con tu mujer. “Rodeé sus pelotas con hilo de pescar, le di un par de vueltas, y luego tensé el hilo hasta arrancarle los huevos de cuajo.La bolsita con sus testículos se la he tirado, para que jueguen, a las palomas”. Follabas sin remilgos y violabas por costumbre. Incluso durante mi embarazo te encaramaste a mi coño con saña. Me complace tu muerte, orangután, pero mi dolor no se va contigo.